Implícito, supuestamente, en todo proceso de registro artístico, en el nuevo disco del guitarrista Carlos Casazza el goce se torna casi inocultable. Allí, en esos dúos y tríos (inclusive en un oculto cuarteto) el músico rosarino se presta al juego de la interacción sin roles definidos, compartiendo un repertorio amplio junto a un listado de notables. A saber: Mariano Braun, Gastón Bozzano, Rubén Goldín, Lucho González, Liliana Herrero, Julio Kobryn, Leonel Lúquez, Marcelo Petetta, Juancho Perone, Sergio Puccini y Mariano Sayago. Con todos ellos –en órdenes diversos, en formaciones variables– Casazza logra momentos de cálida intimidad, abordando un repertorio ecléctico en cuanto a su origen, pero unificado por un criterio estético que no hace más que realzar la notable labor del artista, que en diálogo con Rosario/12 reconoce: “Un poco el disco (editado por BlueArt Records) lo que trata es captar esos momentos de encuentro con los músicos que participan. Disfruté mucho de lo que me tocó hacer en cada tema, a veces improvisando, a veces diseñando un arreglo. Cumplo distintos roles y disfruté de eso”.
Intentando siempre capturar las tomas más espontáneas a lo largo del proceso de grabación –“Se trató de que quedaran bien las primeras impresiones, incluso en muchos de ellos quedó la primer toma, como en el caso del tema con Lucho. Yo disfruté mucho de eso, gracias también a la generosidad de los compañeros que se dejaron llevar por las cosas que les iba proponiendo”, explica el guitarrista–, Casazza plasmó una obra que escapa a los estereotipos propios de los discos de solista. En ese sentido, el músico coincide al expresar: “Ni siquiera lo pensé como un disco de compositor. Los temas míos que están ahí son producto, en principio, de la casualidad, en el sentido de que fueron surgiendo con los diálogos. Y así como no fue pensado como disco de compositor tampoco lo fue en el sentido del guitarrista solista. También el placer fue entregarse al rol que me correspondía sin pensar en ninguna otra cosa”.
Enriqueciendo aun más a la placa -que se llama Casazza/Dúos/Tríos-, la propuesta presentada a los músicos por Casazza incluyó la proposición de un corrimiento respecto a los terrenos habituales por los que circula cada uno de los artistas invitados. “Tenía pensado más o menos qué iba a pasar, mi tarea era diseñar el asunto –detalla el compositor–. En el caso de Liliana decidimos tomar un tema tradicional, `Piedra y camino` de Yupanqui, y ver qué podíamos hacer con esa forma tradicional. El arreglo que yo hago ahí tiene mucho que ver con la interacción del momento con Liliana. En el caso de Rubén también me parece que es un rol corrido, porque él canta un tema histórico de Spinetta (`Los libros de la buena memoria`) y la cosa pasaba por ver qué era lo que yo veía en ese tema, que originalmente está tocado como un blues, pero a mí me parecía que tenía un dramatismo muy particular. Con Lucho lo que hicimos fue tocar un tema clásico de Bill Evans de finales de los 70 (`We will meet again`), pero que en vez de estar trabajado desde el jazz está trabajado desde la rítmica que Lucho maneja desde su formación, porque es un guitarrista excepcional de folclore. Allí yo también le hago las bases rítmicas para que él improvise, entonces el desplazamiento fue un poco adrede”.
En ese mismo contexto, Casazza amplía: “En el caso del cuarteto escondido con Juancho, Kobryn y Mariano Braun, tenía que ver con que nos encontramos a tocar música instrumental con una formación que nos gustaba, pero no encontramos tema y decidí que en ese caso podría ir algo que yo había escrito, que es `Xul`. Después con Julio tocamos `Tramonto`, y ahí él toca el clarinete. Julio es un excelente saxo tenor y alto, entonces había que ver qué pasaba con el clarinete y con la parte jazzística de ese tema de Towner que no necesariamente es la que él tiene más en la cabeza.
Después en el caso de Leonel tiene que ver con una relación estable desde hace dos años y que ya es un proyecto autónomo, y `San Vicente` de Milton Nascimento es uno de los temas que más nos gusta tocar en vivo, en distintas versiones. Con Gastón Bozzano y Marcelo Petetta tocamos `Una casa en Carmo`, y con Sergio tocamos `Milongón`, un tema que él me pidió que componga para dúo de guitarras. Yo sabía que en caso de que estos desafíos fueran tales para ellos, los iban a pasar con creces, pero justamente la apuesta fue hacer pequeños desplazamientos que tuvieran que ver con eso, y por mi parte desplazarme junto con ellos”, agrega el guitarrista.
El resultado de ésas combinaciones artísticas, premeditadamente espontáneas, llegó a sorprender al propio cerebro de la cuestión, que sin falsas modestias reconoce finalmente: “No esperaba este disco. Lo que sabía era que iba a ser deliberadamente heterogéneo, que no era un disco basado en la unidad estilística. Tiene que ver con la heterogeneidad de la gente que está ahí. Es como una cuestión de reacción química, qué pasaba con estas reacciones químicas entre estos amigos y yo. Sabía que iba a ser heterogéneo, lo que no sabía es que iba a lograr lo que quería en cada situación. Más de una vez entré a grabar sin saber si eso podría ser incluido en un disco o no. Lo que sí encontré después fue que, por ejemplo, cuando hice el orden del disco con Juan Blas Caballero (que es quien resolvió magistralmente todo el aspecto de audio e hizo el corte final del disco), decidimos juntos el orden y hablando con él vimos que el disco era susceptible de ser escuchado de punta a punta en el orden en que estaban puestos los temas. Por supuesto esto es una ilusión, porque cada uno escucha el disco como quiere, pero nos dimos cuenta de que la heterogeneidad permitía como un viaje a través del disco en el orden en que estaba puesto”.
Por Edgardo Pérez Castillo.