El guitarrista Carlos Casazza acaba de editar Dúos tríos, su primer trabajo discográfico, a través del sello local Blue Art. Después de años de acompañar a diferentes músicos y de integrar diversas agrupaciones, Casazza decidió lanzar un disco que, según dijo, “fue surgiendo solo” y del que participan figuras como Rubén Goldín, Liliana Herrero y Juancho Perone. Integrante de Eppur Si Muove, el Trío de Guitarras de Rosario y de un dúo junto a Leonel Lúquez, con quien editó el esplendoroso Retrato en blanco y negro (2004), Casazza incluyó en su primera placa temas de Bill Evans, Luis Alberto Spinetta, Atahualpa Yupanqui y Ralph Towner, además de composiciones de su autoría. En charla con El Ciudadano, Casazza se refirió a las características de su disco y habló de su debut como arreglador y productor artístico.
—¿Qué motivó la decisión de grabar un disco enteramente tuyo?—El disco fue surgiendo solo, no lo programé de antemano. Tuvo que ver con encuentros. Por ejemplo, con Rubén Goldín ya estábamos trabajando en algunos demos. Sergio Puccini me había encargado que le escribiera un par de dúos, Liliana (Herrero) me había invitado a tocar varias veces, y con Lucho González tengo una relación de muchos años. El disco fue surgiendo solo y con el tiempo me di cuenta de que tenía grabados varios dúos. Creo que es un trabajo que representa esos encuentros a lo largo de dos años. Es un disco de canciones porque siempre desarrollé tareas alrededor de la canción. Pero también hay jazz e improvisación. Quise que esa heterogeneidad estuviera presente en el disco, más allá del riesgo que implicaba.
—Llama la atención que el disco de un guitarrista abra con un tema de Bill Evans y que lo toques a dos guitarras y no hayas incluido un piano.—Elegí “We will meet again”, que es un tema muy sencillo. Tiene que ver con lo que me enseñó Lucho González, ya no en términos musicales sino de impresión y energía.
—Hablame un poco más de la heterogeneidad del disco.—La heterogeneidad es deliberada. Me faltó algo que tuviera que ver con la improvisación más libre, quizás eso quede para más adelante. A mí me gustan los roles distintos. Me gusta hacer un solo pero también tocar dos notas detrás de la voz de Goldín. No sé si es un disco solista porque yo no tengo un rol protagónico en todos los temas.
—¿Qué diferencia guarda tu disco con el típico “disco de guitarrista”?—Nunca lo pensé como un disco de compositor, más allá de que aquí queda en evidencia lo que puedo hacer como guitarrista, arreglador y productor. Hasta los temas míos que están en el disco son producto de la casualidad. Quise seguir la mirada y las elecciones de mis socios musicales. Creo que el disco se compone de fotos, de momentos intensos. La composición no era un plan. Quise cumplir el rol que me tocaba en cada ocasión, y siempre lo disfruté. Me parece que este disco es para escucharlo entero, funciona como un pequeño viaje. Recién cuando estuvo terminado me di cuenta de que había un concepto que tiene que ver con mi formación y mis gustos musicales.
—¿En qué género ubicarías el disco?—En su heterogeneidad, y desde el punto de vista del material musical, creo que hay un concepto relacionado con la idea de escuchar el disco entero, de principio a fin, como si fuera una suite. Y creo que todos los compositores incluidos en el disco, dejándome afuera a mí, comparten un espíritu melódico y armónico propio de la música popular contemporánea.
—¿Cuál es el mejor tema del disco?—No podría decirlo (risas). Cada tema transmite una sensación diferente y muy intensa. Escucho el tema que grabamos con Lucho y recuerdo la rapidez con la que salió. O el que grabamos con Goldín y recuerdo estar grabando esa voz maravillosa.
—En tu carácter de productor artístico, ¿cuál fue el objetivo?—Muchos arreglos están ligados directamente a la performance, en especial, en los temas más jazzeros. Pero hay otros más pensados. Hay un equilibrio. Lo que tenía que ser salvaje y desprolijo, quedó así. Y lo que tenía que ser más pensado, también tuvo su lugar. En ese punto conseguí un equilibrio.
—¿Cuáles son tus proyectos?—Con Lúquez estuvimos presentando Retrato en blanco y negro hasta marzo. Ahora estamos armando un disco que se va a llamar Diez canciones argentinas, que no va a ser otra cosa que eso. También estoy trabajando en la música de la película de Hugo Grosso. Y en un proyecto con Julio Kobryn, pero recién empezamos, mucho no puedo adelantar.
—¿Cuáles son los guitarristas que te han influenciado?—El problema es que cada vez escucho menos música (risas). Hace mucho que no escucho un disco de un guitarrista. Me siguen gustando los mismos de siempre, Ralph Towner y Bill Frisell. Tengo un romance perdido con los pianistas, a quienes odio profundamente (risas). Los envidio porque pueden manejar muchas voces. La guitarra tiene su propio mundo armónico y está en una situación de infancia con respecto al piano.
Por Diego Giordano.
