Argent Jazz
Ernesto Jodos y una soledad compartida
Marzo de 2015
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Revista Veintitrés
Junio de 2015
Por Nicolás Russo
En el manifiesto escrito por Gropius que instala el inicio de la Bauhaus en 1919, puede leerse: “El mundo del artista aplicado debe llegar a ser, una vez más, un mundo donde las cosas se construyen”. Esa idea de oficio y de artista como artesano exaltado es la que opera detrás de este estupendo trabajo del compositor y pianista Ernesto Jodos. Sentarse a tocar el piano como una actividad constructiva, que las manos se vuelvan personas haciendo cosas sobre el teclado, hacer evidente el andamiaje de una composición como única manera de esconder música entre música. Así, con todas las notas claramente audibles y el timbre como elemento vital y constitutivo del discurso sonoro, Jodos ofrece una joya de solo piano más cercana a Anton Webern que al jazz. La emancipación de la mano izquierda en “Ll #7”, las poquísimas y profundas notas que musicalizan “El nadador”, de Cheever, y un trabajo molecular con los sonidos que se despliegan de a poco en “Láminas” son sólo algunas de las cuestiones a destacar en un disco que enriquece y extiende la forma en la que percibimos la música.