Escribo a ciegas pero con los oídos de punta: la versión de Monk’s Mood que nos regalan esos dedos me retrotrae a épocas en que el jazz actuaba sobre los sentidos. La época de los descubrimientos estruendosos pasó hace tiempo, sin embargo… esta versión de Monk’s Mood hace volver atrás en el CD y comenzar a disfrutar en serio. ¿Qué es el disfrute para un aficionado al jazz? No se sabe bien, pero siempre conlleva la admiración por el músico. Paula Shocron ha logrado sorprenderme. Se trata de una intérprete auténtica, una artista contemporánea, libre y abierta en una época en la que es obligada la asociación con los maestro. La dependencia de esta sobresaliente jazzwoman, según confiesa en una entrevista, lleva al centro del jazz moderno, a la esencia de la música contemporánea: “Monk es mi segundo papá”. Tanta familiaridad se nota, paradójicamente, en la libertad con que Shocron afronta a Monk como problema. La paternidad parece más espiritual que estilística (no podría ser de otro modo, Monk infranqueable más allá de la imitación). Tres temas de Monk (el mencionado más Off Minor y Evidence) y cinco propios dan una idea del carácter de esa “paternidad”: como compositora, Shocron se muestra independiente y audaz, flotante alrededor de la esfera monkiana pero con la alegría de quien se sabe en grado de inventar lo que le dictan el corazón, la circunstancia, el talento y el teclado.
Argentina de Rosario, veinticinco años, esta pianista se ubica en primera línea con un disco solitario. Afirma algo que pocos, en la era de la corrección política, se animarían a formular: “La música es lo que importa, y debe haber una manera femenina de tocar. Muchas personas lo notan y yo misma lo noto en pianistas femeninas…”
Paula Shocron se suma con su talento a la estación efervescente del jazz argentino desde la época en que Gato Barbieri y Lalo Schiffrin tuvieron que emigrar para desarrollar su música. Para escuchar a esta joven habrá que viajar o mucho más fácil, comprar este disco.
