Colectivo Cultural QLM

Video entrevista documental a Migoya por el Colectivo Cultural QLM

Junio de 2011

Leer nota completa

La Capital

El último cantor que llegó de París

Mayo de 2011

Leer nota completa

Jorge Migoya en "Esta Noche Te Acompaño"

Mayo de 2011

Leer nota completa

La Capital

Mayo de 2011

El último cantor que llegó de París

El rosarino Jorge Migoya presenta en vivo su nuevo álbum “Aquí me pongo a cantar”. “Hoy puedo volver sin sufrir porque no me siento anclado en ninguna ciudad”, dice.

Por José L. Cavazza

 

Jorge Migoya es una especie de pintor que, con pinceladas de rock, blues y jazz, suele generar paisajes de notable belleza, las que, además, tienen la noble característica de no repetir sus formas. Siempre, desde su perfil de compositor y multiinstrumentista. Sólo hasta hoy porque acaba de editar en BlueArt "Aquí me pongo a cantar", y, tal como reza el título del CD, el músico rosarino que vive en París desde 1978 ahora también canta. Este álbum, grabado en la capital francesa y masterizado en Argentina, será presentado en vivo esta noche a las 20.30 en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia en un recital con entrada libre y gratuita, donde Migoya estará acompañado por Annabel de Courson en bandoneón, Luis y Mariano Suárez en saxo y trompeta, respectivamente, Charly Pagura en contrabajo, Silvina Gandini en teclados y Pablo Dawidowicz en batería.

Siempre hay y habrá una primera vez pero, ¿por qué ahora un disco cantado? Para Migoya hay dos razones: "Dada la dificultad para la gente de escuchar música sin texto, siempre fue para mí una obsesión cómo llegar a transmitir visiones, sentimientos y estados de animo sólo por el canal de la música. Creo que a veces lo he logrado, otras veces no".

El rosarino dice que se pasó muchos años componiendo música de teatro de danza y varias veces tuvo la oportunidad de cantar una que otra canción para una obra, y en regla general, si bien al público le gustaba la música, muchos terminaban diciendo: "¡Qué linda canción, pero porque no cantás más!". "Es más -acota- cuando yo era joven lo que a mí más me gustaba eran todos esos grupos de rock como Jetrho Tull, Led Zepellin, los Beatles o Stones, que no hacían otra cosa que canciones, simplemente canciones. Es cierto, la canción se percibe más accesible y directa, como al alcance de todos, y yo como músico tenía que resolver esta cuestión y para eso no había otra manera de hacerlo que meterme en ese mundo que no conocía demasiado, y lo divertido es que me divertí mucho al hacerlo".

Migoya toma aliento y explica la segunda de las razones: "Tiene que ver con lo que estoy escuchando día a día en las radios de París, es decir una especie de modelo formateado donde aparecen dos cantantes nuevos por semana y hacen todos y todas, lo mismo, salvo raras excepciones... me hace acordar al filme de Pink Floyd "The Wall", donde los pibes caen en una especie de mezcladora uno atrás de otro como zombies, "just another brick in the wall"...es insoportable. En conclusión, me dije: «Realmente, peor que ellos, no lo puedo hacer», y me eso me dio fuerza y furia para hacerlo".

El disco incluye temas cantados en español y otros en francés; tiene un título muy ilustrativo, y la voz de Migoya suena a veces como un instrumento más y otras como un Tom Waits latino. Migoya se ríe complacido y después advierte que nunca tuvo ambiciones de cantante. “Ni las tengo hoy”, añade. “Uno no puede dejar de ser lo que es, por consiguiente mi idea no era de querer hacerme cantor sino que la voz se amalgame con la música, pero también se me planteó el problema del texto, porque yo jamás había escrito una palabra atrás de otra por una canción”.

Migoya disfruta volviendo a su ciudad para tocar y pasear un poco. Es más, le gustaría formar un grupo estable y amplio donde se puedan confrontar estilos de música y formas de tocar diferentes, un poco lo que hace en Francia. “Mi vida ya está hecha en París, mis hijos están allá, pero venir a Rosario me ayuda a no desgarrarme de mis raíces”, dice y luego añade: “Durante años no quise venir por miedo de no poder partir, de que la nostalgia sea muy grande y además porque tenía que construir mi vida en Francia, pero hoy que mis sentimientos están más ordenados y puedo volver sin sufrir, porque en definitiva, teniendo las dos nacionalidades, no estoy anclado en ninguna, y entonces tengo la sensación de estar en el aire, como un alma no totalmente perdida, en una situación que elegí yo, donde nadie me obligó, y por eso aquí estoy, flotando”.

Para Migoya Rosario hoy es “el río Paraná, el olor de las veredas mojadas por la mañana temprano, cuando las damas baldean, ese cielo azul que en París falta tanto, los pibes esperando el bondi; en realidad, creo que todas las ciudades se parecen cuando están descritas por el corazón de los nativos”.